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Un estudio de la UPV concluye que el ejercicio físico puede mejorar la sintomatología de la esquizofrenia
Os dejamos este interesante artículo con los beneficios de hacer ejercicio físico para todas las
personas. Desde el Hospital de Día, es un taller que llevamos realizando prácticamente desde su
creación hace ya casi 27 años.

Un estudio de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), en colaboración con la de

Deusto y el Hospital Psiquiátrico de Álava, ha concluido que el ejercicio físico
puede llegar a mejorar la sintomatología de la esquizofrenia.

Los investigadores de la UPV/EHU Sara Maldonado y Mikel Tous han llevado a cabo

un estudio para investigar el efecto de un programa coadyuvante de ejercicio físico

extrahospitalario como complemento al tratamiento habitual en personas con

esquizofrenia.

Se pretendía observar si se presentaban mejoras en la salud integral dando voz a

las personas con esquizofrenia para conocer sus experiencias subjetivas.
Según Tous, se ha observado que el ejercicio físico en diferentes poblaciones
vulnerables está teniendo unos efectos muy beneficiosos para la salud ya que «no
solo mejora la parte física, sino que también puede mejorar otros aspectos de la
enfermedad».

La esquizofrenia, ha explicado Tous, tiene tres tipos de síntomas, los positivos, los

negativos y los cognitivos.

Los positivos pueden ser delirios o alucinaciones y normalmente con la medicación

pueden ser tratados. pero para los negativos (la tristeza, la falta de energía, la
apatía) no hay medicación que los pueda tratar y gracias al ejercicio físico se
puede llegar a mejorar este tipo de sintomatología.

El ejercicio físico, ha señalado el investigador, es como «un modulador del cerebro

que hace que la expresión de ciertas proteínas se incremente y mejore la propia
plasticidad cerebral, es decir, se producen adaptaciones funcionales y
estructurales del cerebro que se asocian a mejoras en el aprendizaje, la memoria y
función cognitiva».

En el estudio las personas participantes diagnosticadas de esquizofrenia recibieron

un programa intensivo de ejercicio físico, de entrenamiento combinando una parte
aeróbica y un circuito de fuerza y resistencia, extrahospitalario durante cinco
meses, tres veces por semana.

«Tanto antes como después de hacer el ejercicio físico les hacíamos una entrevista

de unos 35 minutos aproximadamente. En ella les preguntábamos sobre su
experiencia en relación con el ejercicio físico en el pasado, y si a causa de la
enfermedad siguieron realizando ejercicio físico o no», ha explicado.

Cuando empezaron el programa les preguntaban sobre sus sensaciones, y una vez

finalizado, sobre qué beneficios habían sentido.

Los resultados ponen de manifiesto que los pacientes opinan que el programa de

ejercicio físico fuera del hospital podría ser un complemento «muy aceptado y
beneficioso» para su tratamiento habitual, y demuestran que el ejercicio físico «les
ha ayudado a desconectar la mente de los problemas», han manifestado los
investigadores.

Lo ideal, han concluido, sería que en los hospitales psiquiátricos existiera la figura

de la persona educadora físico-deportiva con la que pudiesen llevar a cabo un
programa de ejercicio físico diseñado y supervisado de manera correcta..